No siempre van vestidos de blanco los astronautas. Por ejemplo, mientras permanecen en el interior de la nave o de la estación orbital el traje puede ser de cualquier otro color y estilo. Incluso podrían usar un traje de luces o de faralaes si sintieran un deseo irrefrenable por este vestuario.
Pero el blanco pasa a ser prescriptivo cuando el astronauta se da un paseo espacial por el exterior de la cápsula. Entonces tiene que ir vestido con el que pasa a ser su traje de gala pues las espectaculares imágenes que serán tomadas son las que llegan más fácilmente al público y dan forma a nuestro imaginario colectivo.
La razón para optar por el color blanco al confeccionar los trajes espaciales es bien simple, y es la misma por la cual se pintan de blanco los aviones y los camiones y barcos frigoríficos.
Mientras el color negro tiende a absorber las radiaciones solares, el blanco las refleja. Así, gracias al color blanco el astronauta goza de una mayor protección -sumada obviamente a la que le dan los materiales con los que están confeccionados los trajes- contra las radiaciones y las altas temperaturas a las que se ve sometido cuando sale al espacio cósmico.
Además, el color blanco resalta mucho más que cualquier otro contra el fondo negro del espacio exterior, lo que aumenta la visibilidad del astronauta y por tanto su seguridad, sin olvidar que esto también impide que se haga el despistado para ir de paseo de luna en luna.