¿Por qué no se mezclan el agua y el aceite?

¿Has oído alguna vez el refrán «son como el agua y el aceite«? Significa que no congenian en absoluto.  Y, por supuesto, la sabiduría popular no falla y la antipatía entre estas sustancias es manifiesta. Siguiendo con los dichos populares, podríamos decir que estas sustancias están en «polos opuestos». Tanto es así que, en cuanto a su capacidad de disolución, estas dos sustancias lideran equipos enfrentados: cualquier sustancia que pueda ser disuelta lo será, o bien en agua (como la sal y el azúcar), o bien en aceite (como la gasolina y las ceras).

La razón por la que el agua, capaz de disolver más sustancias que cualquier otro líquido, aborrece profundamente cada gota de aceite está en su propia naturaleza.

Las moléculas de agua están compuestas por 3 átomos:  2 de hidrógeno y 1 de oxígeno (H2O), y la fuerza de cohesión que mantiene unidas estas moléculas es la poralidad, es decir, que unas partículas de su interior tienen polos negativos y otras polos positivos, de modo que se atraen entre sí como imanes.

La composición del agua tiene polaridad, mientras que la del aceite no posee carga eléctrica

El aceite, sin embargo, carece de átomos de oxígeno, y está formado por grandes moléculas integradas por muchos átomos de carbono e hidrógeno. Como estas no son sustancias polares, no poseen carga eléctrica que pueda atraer a una molécula de agua.

Así pues, que una gota de agua «moje» a una gota de aceite es tan improbable como que un imán atraita a un trozo de papel.

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